La pobreza energética es un término acuñado en Inglaterra, se aplica a la situación en la que se encuentran aquellas personas que no son capaces de satisfacer las necesidades más básicas de confort térmico en sus hogares. El problema no es pequeño, se estima que se encuentran en ésta situación 50 millones de habitantes en Europa, de los que 4 millones pertenecen a la cálida España.
No estamos hablando de niveles de confort recomendados, como sería tener 21ºC en invierno y 26ºC en verano, sino de situaciones extremas de frío que resultan incompatibles con la salud. En los meses de invierno se está observando un aumento del número de muertes provocadas por enfermedades cardio-vasculares y respiratorias que principalmente afectan a niños y ancianos. Por otro lado, también aumentan las noticias sobre incendios y sobre muertes por inhalación de monóxido de carbono (CO), provocadas por sistemas de calefacción deficientes en el interior de las viviendas.
¿Cuáles son las causas asociadas a la pobreza energéticas?
a) En primer lugar la bajada de las rentas disponibles a causa de la crisis. La bajada de los sueldos que se ha experimentado en España sumado al aumento de todo tipo de impuestos ha llevado a las clases baja y media-baja a situaciones realmente difíciles. Siendo los casos más duros, los de aquellas familias con todos sus miembros en paro.
b) En segundo lugar se encuentra el aumento del precio de la energía. El caso más llamativo es el del precio de la electricidad que ha aumentado un 60% en los últimos 6 años. Aunque haya motivos para argumentar que existe una falta de competencia en el mercado energético y factores especulativos que provocan el alza de los precios, la causas últimas del aumento de la energía son el aumento de la demanda mundial y el cenit de la cantidad de energía disponible en el planeta. Lo que, desgraciadamente, hace presagiar que continuará aumentando el precio.
c) En tercer lugar se sitúa la baja eficiencia energética de las viviendas. En la mayoría de edificios antiguos, las ventanas son poco aislantes y no son suficientemente estancas, los muros no cuentan con aislamiento y las calderas con las que cuentan son antiguas con rendimientos inferiores a los actuales. Son edificios despilfarradores que consumen hasta un 70% más que aquellos diseñados para ser eficientes energéticamente (nuevos o rehabilitados).
¿Por qué llamarlo pobreza energética y no simplemente pobreza?. Posiblemente el motivo para acuñar este nuevo término es llamar la atención sobre cómo el factor energía está vinculado a la pobreza en la sociedad occidental, donde hay hogares que por culpa de la pobreza económica, no pueden pagar sus facturas de energía y hay otros hogares que se acercan a la situación de pobreza por el alza del precio de la energía y por la mala calidad sus viviendas. En cualquier caso siempre estamos hablando de pobreza.
En este sentido, la rehabilitación energética de edificios se propone como una solución que lucha contra la pobreza energética desde dos vertientes: de manera directa, mejorando la eficiencia energética de las viviendas, y de manera indirecta, como fuente de creación de empleo. Pero para este doble objetivo es necesario que las instituciones apuesten activamente mediante dotaciones presupuestarias y financieras.