Las consecuencias de una certificación energética barata

Certificado-energetico-baratoEn A-certi hemos apostado por ofrecer un servicio de calidad a precios competitivos, la calificación energética que obtienen las certificaciones que realizamos son el producto de un trabajo hecho con dedicación y esmero. ¿Pero otros pueden decir lo mismo?

Como consecuencia de la aprobación del Real Decreto y como era de esperar, la red se inundó de ofertas para realizar certificaciones energéticas con el único gancho comercial de ser baratas. ¿Eso es todo? ¿Todo cuánto podemos ofrecer a la sociedad es ser más barato que el de al lado?, ¿Además, qué entendemos por barato? ¿Qué esperamos de ese producto? ¿Con qué lo comparamos?

No empezó mal la cosa cuando los colegios profesionales hicieron comunicados en la prensa para hablar a favor de sus colegiados, de lo buenos profesionales que son y de la oportunidad que suponía para la economía del país, la rehabilitación energética.

Se daba como referencia lo que cuestan estos servicios a nuestros vecinos europeos de Italia, Francia y Alemania que superan lo 300 € por vivienda, pero ‘Spain is different’… eso ya lo sabemos, nosotros somos más listos. ¿A que si?

En seguida surgieron plataformas de Internet que sirven para poner en contacto a los técnicos con los clientes y de paso llevarse un porcentaje de hasta un 20%. No me negarán que la idea es excelente, ¡que trabajen otros… que yo me forro sin moverme de la silla!

Pero no fueron los únicos chicos listos porque los grandes portales de venta de inmuebles, que como ya no venden ninguno, también querían cobrar su porcentaje. Así que llegaron a un acuerdo con los anteriores y fijaron unos precios cada vez más bajos, a los que, por supuesto, hay que quitar sus respectivas comisiones. ¡Cómo nos gusta la cultura del pelotazo!

Ahora solo falta buscar técnicos que quieran trabajar por una miseria, ¡Ah!, ¿Qué éste tiene amor por el trabajo bien hecho?, ¡Problema suyo!, siempre hay mas de algún ‘compañero’ que ni siquiera visita el inmueble y consigue algunos datos con un par de llamadas de teléfono o con la información que puede encontrar en internet y con mucha imaginación y mucha caradura hace el resto ¿o que pensaban? ¿recuerdan aquello de los duros a cuatro pesetas?

En fin, el cliente tiene la última palabra.